El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
Autora: Tatiana Tibuleac
Por Carola Aikin

“Los ojos de mi madre eran un despropósito”… “Los ojos de mi madre fea eran los restos de una madre ajena muy guapa”

Creo que ha sido la curiosidad lo que ha marcado mi “navegar” por esta historia de amor entre un hijo y su madre, una relación llena de heridas en la que inicialmente sorprende el odio y el desprecio profundo, casi inimaginable, también el insulto, la ofensa… Y de pronto, a saltos, como pequeños milagros, va surgiendo la ternura.

Quizá sea necesario desvelar que el mundo que se describe a través de los ojos-corazón de este hijo, cuya mirada se nos puede hacer tan amarga, páginas adelante, sin embargo, se convierte en lo más parecido al puro amor. En esta travesía por un arco iris de emociones que llegan desde la oscuridad, la poesía es bellísima. En la fealdad hay un impulso de belleza imparable.

“Los ojos de mi madre lloraban hacia adentro”…”Su sonrisa de tallos rotos. El verde escurrido de sus ojos. Su blanco de nimbo herido”… “Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos”

 ”Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas” Y esas historias familiares irán emergiendo y entretejiéndose, como una especie de thriller, hasta hacernos visualizar, entender lo que pasó, por qué sucede lo que está sucediendo… lo que sucederá en un futuro contado desde el presente en las vidas de los personajes.

Muy distinto a nada que haya leído últimamente… Muy lejano, muy cercano a la vez… Quizás un aroma a Agota Kristof… ¡Un viaje interesante!