CRÓNICA DE ISABEL CIENFUEGOS DEDICADA A LAS SOCIAS DE AMEIS
Coetzee ha vuelto a pasar por Madrid. Es la tercera vez que acudo a verle. En julio de 2016 vino a un acto de Capital Animal en el museo Reina Sofía; cerró las actividades leyendo un relato en lugar de pronunciar un discurso. En la primavera de 2018, le vi en un encuentro con motivo de la publicación de su libro Siete cuentos morales; explicó las razones por las que este libro veía la luz en castellano antes que en inglés. Ahora, con motivo de su residencia durante un mes en Museo del Prado, dentro del programa Escribir en el Prado, se le ha invitado por parte del Instituto Cervantes a dejar un legado en la Caja de las Letras1 lo que ha tenido lugar el viernes 7 de julio. El manuscrito que ha entregado se guardará en la caja 915 hasta la muerte del autor.
En cada una de estas ocasiones, Coetzee me ha sorprendido. En 2016 al escuchar de su propia voz hablar a Elizabeht Costello cuando propone a su hijo que se debería de construir un matadero de cristal en las ciudades, para que el sufrimiento fuese visible para todos. En 2018 por las consideraciones que hizo de sí mismo y de su triunfo escribiendo en inglés y el cuestionamiento de la hegemonía de esta lengua, lo que le había llevado a publicar su libro de relatos en nuestro idioma, y decidir que así se haría a partir de ese momento con los siguientes. Ahora, en este 2023, porque ahondando en esa decisión, pronunció su breve discurso en un aceptable castellano, y explicó que su contento era sobre todo por ligar de alguna forma su nombre al de Cervantes, a quien consideraba «padre y madre» de todos los novelistas. El manuscrito es un diálogo de Coetzee con Marian Dimópulus sobre los lenguajes del arte2, que recomiendo vivamente. Coetzee, en su intervención, añadió que le resultaba sorprendente terminar su estancia en Madrid en la cámara acorazada de un banco, y que ésta contuviese legados de grandes escritores de la tradición española, y subrayó que en su caso es un accidente estar allí, aunque afirmó que pertenece en un cierto sentido espiritual a nuestra tradición, y agradeció enormemente haber sido invitado a unirse a todos ellos.
¿Qué hilo une estos tres encuentros? A parte de mi devoción por Coetzee como escritor y como maestro en la enseñanza de la literatura (incluso a través de sus textos de ficción), la admiración por la persona.
Ya es curioso que un escritor se exprese a través de un personaje femenino como es Elizabeth Costello, una mujer mayor, muy en su edad, pero que, lejos de darse por vencida, todo lo cuestiona y a todo se acerca con un enorme valor y lucidez. Coetzee desapareciendo tras esa mirada femenina y adulta, exitosa e insegura, profundamente humana y feminista.
Es llamativo también, que habiendo ya triunfado se atreva a seguir preguntando por temas que pueden dar una vuelta a todo, como que significa escribir y triunfar en inglés, la lengua del dominio y de la globalización, más bien cuestionable, a la que estamos sometidos.
Su mirada sobre el poder, sobre los indefensos, incluidos los animales. El estudio de los mecanismos de poder y del sufrimiento.
El enorme interés y la atención que siempre ofrece a todo el que se le acerca, igual da que sea una personalidad en un acto público o una persona cualquiera que le pide una firma, para quienes parece tener todo el tiempo del mundo, tan lejos de la distancia y de las prisas de casi todos.
Así que, en esta última ocasión, y viéndole tan cercano a nuestro manifiesto, le hablé de nuestra asociación, le entregué una chapa con nuestro logo, explicándole el subjuntivo que nos define, y le pedí un autógrafo para todas nosotras.
Cierro comentando que el texto que Coetzee ha escrito al hilo de su estancia en el Prado se publicará próximamente en la revista Granta a cargo de su editora Valerie Miles, que también estuvo en el acto.
Y no quiero dejar de reseñar las palabras de García Montero, que podéis escuchar en el link. Montero habló de lenguas, de lo traducible y lo intraducible, del legado cultural de tantos escritores en otras lenguas, pero que son también españoles, como los escritores españoles lo son de otros países. De atención a las diferencias, de compromiso, solidaridad y democracia, temas tan actuales en este momento, y no solo agradeció a Coetzee su legado, sino también que nos recordara el valor de la incomodidad en la construcción de un discurso crítico, tarea de la cultura, de los intelectuales, y de cualquier ser humano.
Salí a la calle sin mi insignia de AMEIS, pero mucho más rica de lo que había entrado y enormemente agradecida a todos los que nos ayudan a dar voz a lo humano a cuestionarnos y a atrevernos con palabras.
Isabel Cienfuegos
John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 9 de febrero de 1940) es un escritor y novelista sudafricano nacionalizado australiano en 2006; reside desde 2002 en la ciudad de Adelaida. Se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 2003 por «la brillantez a la hora de analizar la sociedad sudafricana», según el acta de la Academia Sueca.