1.- Háblanos de tu último libro.
Este es mi primer libro, con lo cual es sumamente importante para mí. Después de colaborar muchos años en libros colectivos, antologías, etc., por fin me decidí a reunir en un tomo algunos de mis relatos favoritos de estos últimos años. El libro tiene un carácter de antología personal, es decir que no fue un proceso de escritura homogéneo, sino que se trató de reunir cuentos escritos en distintos períodos. En ese sentido, lo que más costó fue darle una forma, una unidad si se quiere.
2.- ¿Cuál es el género literario con el que más te identificas?
Muchas veces se habla del cuento, o el relato, como un “género”. Yo lo considero más un formato, pero para llevar la pregunta a mi terreno, voy a responder que el cuento. Me considero un militante del cuento, es un formato que me encanta, porque te permite contar una historia, un universo completo, si se quiere, en unas pocas páginas. Para mí no es el hermano menor de la novela, ya que un buen cuento puede llevar tanto trabajo como una buena novela. El proceso de desnudar el texto de artificios y dejar solo lo que resulta fundamental para la historia me resulta fascinante.
3.- ¿Crees que se cuestiona lo suficiente el canon literario?
Creo que en la actualidad el canon está siendo justamente cuestionado, aunque puede que nunca sea lo suficiente. Sobre todo, creo que es de justicia cuestionar la casi total ausencia de mujeres escritoras en el canon, un “error” que poco a poco está siendo subsanado. Las dificultades que han tenido históricamente las mujeres para primero escribir, después publicar, después ser leídas y finalmente ser tomadas en serio, han hecho que muchas grandes autoras hayan quedado injustamente marginadas. Poco a poco estamos descubriendo a muchas de las silenciadas, y al leerlas te preguntas cómo es posible que algunas de ellas fueran ignoradas. En algunos casos se trata de mujeres que iban muy por delante de su época y tal vez por eso no se las comprendiera, pero en la mayoría de los casos fue una marginación sistemática.
4.- ¿Cuáles son tus referencias literarias? ¿Y de escritoras?
Soy un lector ávido, muy abierto y también un poco caótico. Es decir que mis lecturas son variadísimas, así que las referencias van cambiando con el tiempo. Un poco por lo que comentaba en la respuesta anterior, mis primeras referencias son más bien masculinas, y son las clásicas: García Márquez, Borges, Cortázar… También tuve una etapa en la que me fascinó el realismo sucio, cuando leí todo Carver, Ford, Tobias Wolff… Pero es verdad que en la actualidad entre mis lecturas favoritas son mayoría las escritoras. Samanta Schweblin me parece la mejor cuentista actual. También me gusta mucho la rusa Anna Starobinets. Y en este proceso de “redescubrimiento” que vivimos en la actualidad, hay escritoras ya fallecidas que me fascinan y que para mí ya están en el canon, como Silvina Ocampo, Elena Garro, Armonía Sommers o Sara Gallardo.
5.- ¿Cuál es el libro que te hubiese gustado escribir?
El próximo que escriba. No, hablando en serio, es normal que cuando leemos algún libro que nos fascina fantaseemos con haberlo escrito nosotros, pero yo no pienso así. Si leo “Siete casas vacías”, “Rock Springs” o “Enero”, no pienso “ojalá lo hubiese escrito yo”; más bien me estimula a sentarme e intentar escribir algo mío que se acerque, aunque sea un poquito, a tales obras de arte. Esos libros ya los escribieron Schweblin, Ford y Gallardo, ahora tengo yo que escribir los míos.
6.- ¿Cómo relacionas la lectura con la escritura?
Quien escribe, lee. Es imposible escribir si no lees, y lo que lees te influye, es inevitable. A mí en particular, como decía en la respuesta anterior, una lectura que me fascina lo que hace es estimularme a escribir. Cuando leo algo que me encanta me dan ganas de escribir, es automático.
7.- ¿Nos recomiendas alguna de tus lecturas recientes?
En respuestas anteriores ya he ido nombrando algunos libros que me encantan, pero tal vez la lectura que más me conmovió recientemente es la del libro “Tienes que mirar”, de la rusa Anna Starobinets. A ella la conocía por sus cuentos de corte fantástico o de terror, pero de pronto leo esto, que no es una novela pero se lee como si lo fuera, en donde ella cuenta en primera persona un drama íntimo y lo convierte en algo social, trascendente, con una prosa precisa, con un ritmo de lectura impresionante. Me hizo empatizar con algo que, como hombre, me es tan ajeno, que es la sensación que sufre una mujer que se ve forzada a abortar porque su embarazo podría matarla, y tiene que enfrentarse a todas las trabas burocráticas y sociales. Es un libro potentísimo.
8.- ¿Qué crees que podemos hacer las escritoras para obtener más visibilidad en escuelas, universidades, congresos…?
La literatura engloba una multitud de miradas distintas sobre la humanidad, y esa mirada está incompleta sin la visión femenina. Esto que para mí es una obviedad, parece que mucha gente lo ignora, desde el momento en que hay tan pocos hombres que leen a mujeres. Creo que toda acción educativa de estímulo a la lectura debe enfocarse a conseguir que los hombres lectores no discriminen, que no se asusten si ven un nombre de mujer en la portada. Que, justamente, para tener una comprensión más completa del mundo, a nosotros lo que nos falta es leer a más mujeres. Para esto es importante que se hagan campañas de lectura a nivel educativo desde muy temprano, desde la infancia y primera adolescencia.
9.- ¿Qué estabas leyendo mientras escribías este libro o prefieres centrarte en la escritura para que nada te influya?
Siempre estoy leyendo, pero para este libro en concreto, como expliqué antes, como es una recopilación de escritos de distintas etapas, las lecturas fueron múltiples y muy variadas. Me sería imposible citar solo un par de referencias.
10.- Describe cómo es tu “habitación propia”, ese lugar o lugares donde sueles escribir.
Tengo un escritorio muy grande y lleno de cosas: libros, papeles, notas… A un lado, una ventana amplia y muy luminosa, y frente a mí, una pared llena de fotos que saqué durante mis viajes. De vez en cuando levanto la vista y las miro, me fijo en ellas y así consigo entrar de nuevo en modo viajero, porque creo que escribir y viajar son sensaciones parecidas.