1.- Háblanos de tu último/s libros. ¿Qué ha supuesto para ti? ¿Cuánto tiempo tardaste en escribirlo?
He publicado tres libros de poesía, el primero, Cuarto solo, lo publiqué en 2013, En ese libro hay 30 poemas muy trabajados, la mayoría los escribí mientras cursaba el máster de creación literaria en Hotel Kafka, ahí fue cuando realmente aprendí a escribir poesía, y a escribir en general, y a leer mirando desde un lugar distinto. Había sido alumna en diferentes talleres de escritura, pero aquellos nueve meses en el Hotel Kafka me cambiaron la vida.
El segundo libro, La piel melaza, se editó en Torremozas en 2017, es un libro menos emocional, más político, feminista, quizá es el que más me costó escribir porque ya me tomaba muy en serio la poesía.
En 2020 publiqué Sucede la noche, un poemario con versos más oscuros, estaba en pleno duelo por la muerte de mi amigo Guido Eytel, poeta de la Araucanía, uno de los escritores chilenos más premiados, el más humilde, comunista, y uno de mis mejores amigos. Con él también aprendí poesía y comprendí lo que significa la verdadera amistad. Este libro tardé dos años en escribirlo.
2.- ¿Cuál es el género literario con el que más te identificas? ¿Por qué?
Soy narradora y poeta, pero la poesía tiene que ver mucho más con mi identidad.
3.- ¿Crees que se cuestiona lo suficiente el canon literario existente actual?
Claro que se cuestiona, lo cuestionamos las mujeres, diferentes colectivos, pensadoras, filósofas, teóricas, activistas, pero el patriarcado quiere mantener sus privilegios, y nosotras ahí seguimos, reescribiendo el lenguaje.
4.- ¿Cuáles son tus referencias literarias? ¿Y de escritoras?
Soy una lectora anárquica, leo cuando puedo, si tienes tiempo y dinero es mucho más fácil ser intelectual, tener referencias y referentes, cuando vienes de la clase trabajadora, las referencias llegan más tarde, de nuevo hablamos de los privilegios, pero yo leo sobre todo a mujeres, a ellos llevo leyéndolos demasiado tiempo, respeto y admiro a muchos autores, pero ahora leo más ensayos feministas y poesía escrita por mujeres. Alejandra Pizarnik y Virginia Woolf, por ejemplo, dos autoras a las he leído con atención y a partir de ahí he buscado a otras escritoras como Patricia de Souza, que trata temas como la descolonización del lenguaje.
5.- ¿Cuál es el libro que te hubiese gustado escribir?
El gran cuaderno, de Agota Kristof y La extracción de la piedra de locura de Alejandra Pizarnik.
6.- ¿Cómo relacionas la lectura con la escritura?
La lectura es el aprendizaje, la huella que nos lleva a la escritura, y puede que al revés sea lo mismo.
7.- ¿Nos recomiendas alguna de tus lecturas recientes?
Estoy leyendo a Isabel González y su último libro de relatos Nos queda lo mejor. Páginas de espuma. También recomiendo Como nosotros, de Marisa Mañana. Milmadres.
8.- ¿Qué crees que podemos hacer las escritoras para obtener más visibilidad en escuelas, universidades, congresos…?
Lo que hacemos, trabajar cada día para visibilizar el trabajo de las mujeres creadoras, por eso fundamos AMEIS en 2018 y un año antes empezamos a celebrar el Festival Oño, eso es lo que hacemos desde la Asociación, por ejemplo. La pregunta sería para quienes leen esta entrevista, ¿Qué haces tú? Pues haz algo porque el patriarcado nos quiere invisibles.
9.- ¿Qué estabas leyendo mientras escribías este libro o prefieres centrarte en la escritura para que nada te influya?
No me influye de forma consciente lo que leo cuando escribo. Si son poemas, surgen de un poso que guardo en la memoria, de ahí necesito la soledad de la noche y entrar en algo parecido a un trance, la concentración absoluta, aparecen imágenes que escribo en un papel, no puedo escribir poesía en el teclado. Después el poema se va transformando. Así que no creo que las lecturas tengan mucho que ver en la parte del proceso creativo. En mi estilo o la temática, supongo que sí.
10.- Describe cómo es tu “habitación propia”, ese lugar o lugares donde sueles escribir.
Llevo un tiempo sin escribir demasiado, pero el lugar donde he escrito más poemas ha sido en la cocina, cerca de la ventana, con poca luz y casi de madrugada. Pero también he escrito en bares rodeada de gente, en el autobús, en cualquier parte en realidad. Ojalá tuviera tiempo para esa disciplina y ese escritorio ordenado con vistas al mar, pero esa imagen solo es un lugar común.