
1.- Háblanos de tu último/s libros. ¿Qué ha supuesto para ti? ¿Cuánto tiempo tardaste en escribirlo?
Afronto la escritura sin mucha planificación, más como un salvavidas al que voy dando forma. En el caso de cuento o novela, parto de un personaje, en una determinada situación, que suele venir ya con la voz y hasta la apariencia. Entre el comienzo de la novela Todas las lluvias y el final creo que transcurrieron dos años; pero no estoy segura porque he seguido escribiendo otras cosas, y en medio hubo parones.
2.- ¿Cuál es el género literario con el que más te identificas? ¿Por qué?
Me gusta mucho la poesía, también un buen reportaje, que los hay muy literarios, los artículos de opinión y el ensayo, pero con poesía. La poesía es una especie de casa anterior al lenguaje.
3.- ¿Crees que se cuestiona lo suficiente el canon literario existente actual?
En general, cuesta opinar diferente de cualquier tendencia de opinión, pese a que la discrepancia con argumentos es rica, más aún en lo que concierne a los libros, amplía el mundo. Supongo que es un asunto de querer pertenecer (o de querer vender, en el caso de las editoriales).
4.- ¿Cuáles son tus referencias literarias? ¿Y de escritoras?
Esta es la pregunta que más me cuesta responder, porque he sido muy caótica leyendo, y no soy muy fanática. Pero recuerdo algunos libros que supusieron una sacudida para mí, como La metamorfosis, de Kafka, en la adolescencia, o El diario de Anna Frank, y Si esto es un hombre, de Primo Levi, que leí en la carrera de Periodismo. Los cuentos de Juan Rulfo y Julio Cortázar me dieron mucho placer y aprendizaje de adulta. De escritoras, dos grandes faros son Clarice Lispector y María Zambrano.
5.- ¿Cuál es el libro que te hubiese gustado escribir?
De los últimos años, Mañana y tarde, de Jon Fosse. Hacía tiempo que un libro no me emocionaba tanto y me mostraba otra manera de ver las cosas: la muerte, la despedida, la amistad, la vida, cómo nuestra historia y la historia de los demás van unidas.
6.- ¿Cómo relacionas la lectura con la escritura?
No es posible una sin la otra, te contagias de lo que lees, del tono y las maneras de decir. Pero creo, al menos hoy, que la mirada particular de quien escribe tiene mucho que ver con sus primeros años. Ahí es donde suele estar lo más jugoso. La familia es la primera ficción a la que llega el niño.
7.- ¿Nos recomiendas alguna de tus lecturas recientes?
El limo, de Rosa Jiménez, tiene una potencia narrativa admirable; De qué se esconden las tortugas, de Ianire Doistua, son relatos de mujeres que muestran realidades muy diversas, de los que se aprende mucho; Volver a cuándo, de María Elena Morán, una gran novela coral sobre Venezuela y sobre el desarraigo; Venecos, de Rodrigo Blanco Calderón, que es un novelista y un cuentista virtuoso; o Mosturito, de Daniel Ruiz, porque me hizo reír con palabras sevillanas, a través de un personaje adorable.
8.- ¿Qué crees que podemos hacer las escritoras para obtener más visibilidad en escuelas, universidades, congresos…?
Unirnos, como a través de esta asociación. Escucharnos. Ser optimistas y generosas unas con las otras.
9.- ¿Qué estabas leyendo mientras escribías este libro o prefieres centrarte en la escritura para que nada te influya?
De todo, por mi trabajo siempre estoy leyendo lo que otras personas escriben, y también para escribir artículos que nada tienen que ver con la novela que tenga entre manos. Por eso, si estoy inmersa en algún proyecto que requiera mucha exclusividad, como es escribir una novela, procuro escribir antes de ponerme a trabajar, antes de contaminarme y de estar agotada. Es difícil escribir al final de una jornada de trabajo.
10.- Describe cómo es tu “habitación propia”, ese lugar o lugares donde sueles escribir.
Mi habitación propia es la misma habitación en la que duermo. Pero suelo llevar un cuaderno allá donde voy y me gusta escribir en los bordes: en el borde de la azotea, cuando estoy en Andalucía, y en el borde del balcón que da al océano en Cádiz, mientras cae el atardecer.
				


















