1.- Háblanos de tu último/s libros. ¿Qué ha supuesto para ti?
Todas lloran es un libro sobre monstruos publicado por la editorial InLimbo en marzo de 2024. Se compone de ocho cuentos independientes con una línea continua en todos ellos que le da unidad. Hay una crítica social vestida con una poética despiadada y bella. Hay fuerza, verdad y desgarro.
Escribir Todas lloran me ha vuelto más justa con el mundo. Digamos que la denuncia ha quedado escrita. Y yo me he liberado.
¿Cuánto tiempo tardaste en escribirlo? Desde que lo pensé hasta que lo parí pasaron tres años. Desde que escribí la primera frase, casi dos años.
2.- ¿Cuál es el género literario con el que más te identificas? El cuento.
¿Por qué? Porque siempre está con la cabeza estirada.
3.- ¿Crees que se cuestiona lo suficiente el canon literario existente actual?
La palabra canon ya es rancia de por sí. Una materia oscura.
4.- ¿Cuáles son tus referencias literarias? ¿Y de escritoras?
Hay muchas. Dependen del día. El verano que tuve los ojos verdes. El color de la leche. Los cuentos de Ana María Matute. El niño que comía lana de Cristina Sánchez Andrade.
5.- ¿Cuál es el libro que te hubiese gustado escribir?
No hay un libro, hay frases, cuentos, fragmentos que se iluminan cuando los subrayas. Prefiero disfrutar de lo que hago, sin pensar en lo que podría haber sido.
6.- ¿Cómo relacionas la lectura con la escritura?
Como el huevo y la gallina.
7.- ¿Nos recomiendas alguna de tus lecturas recientes?
Pómulo y lejanía de Stefanía Caro y La mejor familia del mundo de mi querida Mayte Blasco.
8.- ¿Qué crees que podemos hacer las escritoras para obtener más visibilidad en escuelas, universidades, congresos…?
Seguir escribiendo. Seguir leyendo. Seguir, siempre Seguir.
9.- ¿Qué estabas leyendo mientras escribías este libro o prefieres centrarte en la escritura para que nada te influya?
Cuando escribo es cuando más leo. En las lecturas se esconde la palabra que necesito para cuidar la plasticidad del lenguaje, algo que tanto me obsesiona.
10.- Describe cómo es tu “habitación propia”, ese lugar o lugares donde sueles escribir.
No tengo habitación propia. Vivo en una cabaña con mi pareja, mis dos gatos y mi perro. Uso ‘mi’ todo el tiempo, como si realmente me pertenecieran, pero al escribirlo, me doy cuenta de que, aunque siento que todo aquí es mío, el espacio que compartimos les pertenece más a ellos que a mí.