1.- Háblanos de tu último/s libros. ¿Qué ha supuesto para ti? ¿Cuánto tiempo tardaste en escribirlo?

Mi último libro, y único por ahora, es Juan y los Murmullos. Mi Juanito ha supuesto mucho para mí: me permitió asomar la cabeza en el amplísimo campo literario, me catapultó a la final del Premio Andalucía de la Crítica en 2020 y me permitió ser leída por muchas personas. Es la interpretación de todo el mundo, más emocional, que vive en mí y que significa México, que me acompaña y en el que confío. Juanito fue un libro que se coció a fuego muy lento y que se fue bordando con cuidado, microrrelato a microrrelato, por eso me tomó cinco años. Es verdad que las prisas, en literatura, no son buenas consejeras, pero para ser realistas, yo en todo lo relativo a creación voy a mi aire, lo hago todo con mucha calma.

 

2.- ¿Cuál es el género literario con el que más te identificas?

¿Por qué?

Esta pregunta me encanta, me parece poética pura. Siguiendo con esa matriz, diré me identifico más con la poesía, 100%. Es tan personal, tan íntima, tan difícil. Un poema debe estar bien medido (y aquí no hablo, literalmente, de métrica), angustiosamente bien planteado y, sobre todo, bien ejecutado. Me encantan los retos y el poema es el artefacto más complejo que conozco y, también, el que más me emociona escribir. Entonces, si hablamos de emoción pura, de exposición ante los otros donde soy transparente y vulnerable, el poema; ahora bien, si hablamos de la construcción consciente de un discurso ideológico, de mi discurso ideológico, me identifico (me sirve) el microrrelato. Yo creo que los géneros literarios son armas y cada una tiene distintos tiros y alcances, según para lo que los necesites.

 

3.- ¿Crees que se cuestiona lo suficiente el canon literario existente actual?

¡Esta entrevista se pone mejor! Obviamente, no, no se cuestiona lo suficiente y esto se trata, por un lado, a causa del mercado, de ganarse la vida, de la precariedad de la labor literaria. Es decir, la existencia de nichos, grupos, cotos que controlan quiénes, qué y cómo se publica, con qué tiraje y alcance, tiene el control, el poder, el savoir faire. Si ese modo de hacer las cosas, que beneficia a unos (poquitos, quienes estaban-idearon la fórmula y los que lograron colarse ¾esos en el red, los que delinean su obra a lo solicitado o a lo observado, los que van a cócteles, los que tienen agentes con mano directa en las editoriales más punteras, los que entran en las redes de becas, o los que ven en el arte un asset, estamos hablando de dinero, ¿lo notas? ¿por qué cambiarla? Entonces, ese modo de hacer las cosas, se perpetúa, se canoniza, conviene. ¿Quién no nos dice que Platón no fuera el canon de su época? ¿Premio Planeta o indie favorito?  Casi todo el mundo necesita y quiere el dinero para vivir porque no somos ni cazadores recolectores ni mucho menos campesinos de autoabasto, por lo que el canon se custodia.

Pero ya, dejando de lado el vulgar tema del dinero, el canon desde las ideas, desde la forma de entender y ver el mundo, tampoco se cuestiona porque Occidente cree que el mundo es sólo de una manera y, por desgracia, la literaria hispanoamericana canónica es eurocéntrica, occidentalocéntrica. El canon como perpetuidad histórica permitirá la permanencia de ciertas ideas que delineen el mundo según la visión de una selecta red, selecto círculo que, en muchos casos no vive nada mal y que, en comparación con la mayor parte de la humanidad, lo hace de manera privilegiada. Recordemos que saber leer y escribir, entender lo que se lee y saber expresarse con lo que se escribe sigue siendo uno de los mayores retos de la sociedades (sí, basta ser profesora, como yo, para verlo y saberlo, sin estar en un país en vías del desarrollo), entonces, si unos pocos, desde sus sillones delinean las ideas que pasarán a la historia, hablamos de poder, de imaginarios, des posturas políticas, de eternidad, de clases sociales y por supuesto, de ego, mucho ego. Pero bueno, si hablamos de ego y canon entramos en otro debate, no menos jugoso e interesante.

 

4.- ¿Cuáles son tus referencias literarias? ¿Y de escritoras? 

Pfff. Esta pregunta me encanta porque es revisarse a una misma y mirarse al espejo, es decir, una se cree y se ve de una manera y luego, ¡bam!, ves que sí, que sí tienes estrías o que gritas más de lo que crees. Mis referencias son eminentemente masculinas, qué le vamos a hacer: Gabriel García Márquez y Juan Rulfo, sobre todo, en el modo mirar. Soy hija de la literatura latinoamericana clásica. Sin embargo, yo veo que más que referencias, en general, me quedo con los autores que me han deslumbrado con la maestría, ejecución, planteamiento y modo de hacer las cosas. Ahí ya se emparejan más los escritores y las escritoras: Yuri Herrera, Samantha Schweblin, Edmundo Paz Soldán, Margaret Atwood, Guillermo Arriaga y claaaro, Alberto Chimal, que nunca puede faltarme.

5.- ¿Cuál es el libro que te hubiese gustado escribir?

Por ahora, pienso en tres: Uno, Los Enanos, de Concha Alós mola mucho no sólo por ser un librazo, sino porque nos deja ver que Alós era una mujer brillante, empática. En Los Enanos, lo desborda. Dos, Los días de la peste, de Edmundo Paz Soldán: ese montaje, esas voces narrativas, ese universo entre la realidad y la ciencia ficción, esa realidad brutal de la miseria humana está narrado, descrito con tal maestría que me pregunto, ¿cuántos folios fue pegando en la pared para que todo tuviera tal sincronía? Y tres, Me After You, de Jojo Moyes Este es un mega best-seller, con película incluída, un chicklit de mucho calibre. Me encantaría escribir un buen best-seller, divertido, emotivo e inteligente, que muestre feminismo en píldoras bien colocadas y que reflexione, sin juicios de valor sobre un tema determinado, que empodere y que nos haga cuestionarnos las relaciones con nuestro entorno, con hombres y mujeres.

 

6.- ¿Cómo relacionas la lectura con la escritura?

Para mí, sobre todo, es aprendizaje, el placer viene después. Escribir es una labor de planeación, ingeniería, arquitectura y talento. Cuando leo, hago una mirada de pájaro, como en el Google Maps y voy observando lo que el autor o autora ha hecho, me voy haciendo una idea de lo ha construido. Mi segundo paso es hacer un zoom en el que me voy fijando en calles concretas, avenidas, tejados. Finalmente, hago un zoom-in con todo y disecciono ventanas, puertas, detalles; radiografío castillos, estructuras, sobre todo estructuras de montaje.

Mi lectura está entrenada en analizar por lo que, puedo ver que un libro, por ejemplo, tiene buenos tejados, pero mala estructura o unas bellas ventanas con un mal planteamiento. Cuando un libro sobresale en mis A,B,C, lo flipo y, entonces, sí que empiezo a disfrutar. Como todo en la vida, no disfrutas con todo, no todos los libros te pueden gustar.

 

7.- ¿Nos recomiendas alguna de tus lecturas recientes?

Como ya he hablado de narrativa, hablaré de libros de poesía. El primero, All Of Us, una colección de poemas de Raymond Carver. El segundo, Violencia, de Bibiana Collado y finalmente, Canal, de mi maestro Javier Fernández, maestro siempre.

 

8.- ¿Qué crees que podemos hacer las escritoras para obtener más visibilidad en escuelas, universidades, congresos…?

Creo que hay que hacer movimientos estratégicos porque cantidad no es calidad. Creo que nuestras participaciones deben tener de fondo discursos ideológicamente sólidos, basados en argumentos consensuados, coherentes, bien planteadas y debatidos desde dentro (como se hiciera en la tercera ola del feminismo) para así poder extenderlos de manera natural y didáctica en nuestras apariciones públicas. Es decir, lo que creo es que debemos ser mucho más políticas y mostrar que nuestras reflexiones tienen mucho fondo por lo que, al exponerlas en público, se demuestras terriblemente rompedoras, terriblemente obvias.

 

9.- ¿Qué estabas leyendo mientras escribías este libro o prefieres centrarte en la escritura para que nada te influya?

Sí y no. Procuro leer de manera permanente y es porque siempre estoy entrenando (te recuerdo que leer, para mí, es estudiar lo que los demás hacen, sobre todo, cómo lo hacen). De hecho, me va bien si lo que estoy leyendo me emociona, entonces se generan imágenes, y si me sirven, las pongo aparte porque algo inspiran. Este proceso me funciona en poesía, en narrativa, no. Para narrativa procuro centrarme es escribir. Sin embargo, considero un tópico pensar que sólo al momento de crear uno se ve influido por lo que lee: el cerebro acumula y todo le queda, lo que hemos leído o visto en el pasado lejano, reciente o en el presente. Al final, el cerebro filtra, se queda, y luego reinterpreta, lo que más le ha llamado la atención o lo que más le ha gustado.

 

10.- Describe cómo es tu “habitación propia”, ese lugar o lugares donde sueles escribir.

En mi habitación propia, el escritorio está frente a la ventana desde donde se ven los pájaros y los tejados del pueblo. En una torre antigua, hay un nido de cigüeñas. Sólo los libros que me han gustado están en estanterías, el resto los he puesto, a mala leche, en el suelo. Tengo espacio para cuadros en la pared y, por ahora, he puesto algunos reconocimientos, mi favorito el que me hizo una niña de quinto de primaria: “Teacher, the best teacher Cristina”. Tengo fotos, material escolar, impresora, cuadrantes, documentos del CV. Suena a desorden, pero la verdad es que mi esposo hace bastante por mantener todo limpio y en orden. Le faltan más plantas y crazy flow, pero con el tiempo.